viernes, 23 de julio de 2010

Juanito

Juanito estaba parado a la orilla del camino; era un camino angosto, de dos carriles únicamente: uno para ir, otro para venir. A los lados, casas modestas, con frentes inmaculadamente limpios, pero sin ninguna señal de lujos.

El conductor de nuestra vehículo se orilló, e invitó a Juanito a subir. Para mi sorpresa y preocupación, Juanito entró al vehículo con nueve adultos desconocidos.
El conductor inicio la conversación:

- ¿Cómo te llamas? ¿Qué hacías en el camino?
- Me llamo Juan. Esperaba un autobús. - respondió el niño con una sonrisa amplia.
- Nosotros vamos a la cascada. ¿Te acerco al autobús?
- ¡No! Mejor vamos a la cascada. ¡Quiero ser su guía!
- Bueno, pregúntales a ellos. -dijo el conductor señalándonos -Muchachos, ¿quieren que Juanito sea su guía en la cascada?

Por supuesto que accedimos, ¿quién va a rechazar a un niño en esa situación?

Llegamos a la cascada. Juanito hizo su trabajo; nos condujo por las veredas, nos mostró los alrededores, y esperó pacientemente mientras nos tomábamos fotografías. Mientras nos esperaba, platicaba y jugaba con los otros niños-guías. Nos señalaba cuando alguno le preguntaba “a quién traía”. “A éste, a éste, a éste, a ese, ...” les contestaba y apuntaba. Nunca dejó de sonreir.

El recorrido terminó, y se levantó la adecuada cooperación monetaria para Juanito. Los niños-guías no cobran una cuota fija, el monto de la cooperación queda a discreción de los visitantes.

El lugar estaba atestado de niños trabajando. Niños-guías, niños vendiendo recuerdos del lugar, niños vendiendo refrigerios, niños recitando poemas cortos a cambio de una moneda. Niños aquí, niños allá. Todos con la necesidad de llevar algo a casa al regresar.

En las regiones pobres, todos salen a ganarse el pan, niños y padres por igual. Frecuentemente esto pone a los menores en situaciones de alta vulnerabilidad. Juanito dijo tener 12 años, pero su cuerpo no parecía tener más de 8 -tal vez debido a la desnutrición-, por lo que pudo haber sido sometido fácilmente. Entrar a un vehículo lleno de adultos desconocidos es lo que precisamente le enseñamos a nuestros hijos a evitar, ¡parece una locura!
Desgraciadamente, en ciertas regiones a veces hay que cometer locuras para comer.

Juanito, y todos los niños trabajando en ese lugar, son presas potenciales para los tratantes. La pobreza, y la vulnerabilidad en que ésta los posiciona, es lo que lleva a muchos menores a caer víctimas de la trata.
Pueden recitarte un poema por una moneda, o podrías pedirles sexo oral por la misma moneda.
Pueden guiarte por las atracciones turísticas, o podrías violarlos en un vehículo estacionado entre la vegetación.
Pueden venderte un recuerdo artesanal del lugar, o podrías conseguir llevarlos al motel más próximo y comprar sus pequeños cuerpos.

Ya nunca olvidaré incluir a Juanito en mis oraciones. Espero, sinceramente, que esté siempre protegido, y que nunca el monstruo de la trata lo encuentre allá, a la orilla del camino.

1 comentario:

  1. it is appaling what these children must do to simply survive. As much as I hate the reality of human trafficking, I hate more the poverty that forces children to make them selves susceptible to such things!

    ResponderEliminar

Petitions by Change.org|Start a Petition »