viernes, 30 de julio de 2010

Esa Criatura Malévola Que Atrae A Los Niños Para Esclavizarlos.

Junto al puente colgante donde inicia el recorrido hay dos figuras, una a cada lado, como dando la bienvenida al mundo que estás por conocer. En la cultura Olmeca estas dos figuras representaban criaturas míticas que interactuaban con los niños.

La figura a la derecha representaba una criatura buena. Que jugaba con los niños, les daba dulces y juguetes, y los cuidaba.

La criatura a la izquierda representaba lo contrario. También gustaba de ofrecer dulces y juegos, pero éstos eran parte de su cebo para atraer a los niños, que a veces terminaban mordiendo el anzuelo.
La vida de familia, juegos, amor y cuidados que hasta ese momento el infortunado pequeño conocía terminaba abruptamente, y a partir de ese momento sólo le esperaba una vida de esclavitud.

Tristemente, en nuestro mundo moderno existen cazadores reales de niños, de carne y hueso, e igualmente maléficos a ese de la mitología Olmeca.
Los tratantes, los cazadores de hoy, han inventado tantos trucos y mentiras para atraer a los niños; y también muchas formas de explotarlos.

Pueden engañar a los padres, haciéndoles creer que llevarán al menor a una oportunidad de trabajo, donde tenga acceso a la educación, donde pueda salir adelante. A veces se disfrazan de buenas personas. En la película Ángeles del Sol, el tratante año tras año hace creer a los padres de cierta comunidad rural de Brazil, que llevará a sus hijas a la ciudad para trabajar limpiando casas; los padres, ingenuos, siempre le creen, y una por una entregan a sus hijas tan pronto alcanzan éstas la pubertad. En realidad, es un tratante que vende niñas vírgenes a los dueños de los prostíbulos. Las vírgenes, o “mujercita nueva”, como les llaman en la película, son un negocio que deja cuantiosas ganancias en el mundo de la trata.

La trata de personas tiene toda una cadena de actores: el que recluta, el que transporta, el que facilita la documentación, el que pone a la víctima a la venta, y el que la compra.
La tarea de atraer, embaucar y engañar a las posibles víctimas es del reclutador.
Son ellos, los reclutadores, los que se aprovechan de la difícil situación económica de las víctimas y sus familias; son ellos los que inventan los cuentos de trabajo en otro lugar donde podrán ganar un salario para enviar de vuelta a casa; son ellos los que prometen una vida de fama y éxito, debido a los extraordinarios talentos del menor; ellos son los que convencen a los padres mas desconfiados de que sus hijos estarán bien, de que estarán cuidados, de que lo hacen por su bien, y de que nada malo habrá de sucederles.

Y cuando han logrado su cometido, son ellos, los mismos, quienes descaradamente, una vez teniendo comprador para su “mercancía”, se llevan la mano al bolsillo satisfechos con la transacción. En algún momento de sus vidas se conviertieron en esa criatura malévola que atrae a los niños para esclavizarlos.

viernes, 23 de julio de 2010

Juanito

Juanito estaba parado a la orilla del camino; era un camino angosto, de dos carriles únicamente: uno para ir, otro para venir. A los lados, casas modestas, con frentes inmaculadamente limpios, pero sin ninguna señal de lujos.

El conductor de nuestra vehículo se orilló, e invitó a Juanito a subir. Para mi sorpresa y preocupación, Juanito entró al vehículo con nueve adultos desconocidos.
El conductor inicio la conversación:

- ¿Cómo te llamas? ¿Qué hacías en el camino?
- Me llamo Juan. Esperaba un autobús. - respondió el niño con una sonrisa amplia.
- Nosotros vamos a la cascada. ¿Te acerco al autobús?
- ¡No! Mejor vamos a la cascada. ¡Quiero ser su guía!
- Bueno, pregúntales a ellos. -dijo el conductor señalándonos -Muchachos, ¿quieren que Juanito sea su guía en la cascada?

Por supuesto que accedimos, ¿quién va a rechazar a un niño en esa situación?

Llegamos a la cascada. Juanito hizo su trabajo; nos condujo por las veredas, nos mostró los alrededores, y esperó pacientemente mientras nos tomábamos fotografías. Mientras nos esperaba, platicaba y jugaba con los otros niños-guías. Nos señalaba cuando alguno le preguntaba “a quién traía”. “A éste, a éste, a éste, a ese, ...” les contestaba y apuntaba. Nunca dejó de sonreir.

El recorrido terminó, y se levantó la adecuada cooperación monetaria para Juanito. Los niños-guías no cobran una cuota fija, el monto de la cooperación queda a discreción de los visitantes.

El lugar estaba atestado de niños trabajando. Niños-guías, niños vendiendo recuerdos del lugar, niños vendiendo refrigerios, niños recitando poemas cortos a cambio de una moneda. Niños aquí, niños allá. Todos con la necesidad de llevar algo a casa al regresar.

En las regiones pobres, todos salen a ganarse el pan, niños y padres por igual. Frecuentemente esto pone a los menores en situaciones de alta vulnerabilidad. Juanito dijo tener 12 años, pero su cuerpo no parecía tener más de 8 -tal vez debido a la desnutrición-, por lo que pudo haber sido sometido fácilmente. Entrar a un vehículo lleno de adultos desconocidos es lo que precisamente le enseñamos a nuestros hijos a evitar, ¡parece una locura!
Desgraciadamente, en ciertas regiones a veces hay que cometer locuras para comer.

Juanito, y todos los niños trabajando en ese lugar, son presas potenciales para los tratantes. La pobreza, y la vulnerabilidad en que ésta los posiciona, es lo que lleva a muchos menores a caer víctimas de la trata.
Pueden recitarte un poema por una moneda, o podrías pedirles sexo oral por la misma moneda.
Pueden guiarte por las atracciones turísticas, o podrías violarlos en un vehículo estacionado entre la vegetación.
Pueden venderte un recuerdo artesanal del lugar, o podrías conseguir llevarlos al motel más próximo y comprar sus pequeños cuerpos.

Ya nunca olvidaré incluir a Juanito en mis oraciones. Espero, sinceramente, que esté siempre protegido, y que nunca el monstruo de la trata lo encuentre allá, a la orilla del camino.

miércoles, 21 de julio de 2010

Puros Hechos A Mano

Nos levantamos con muchas expectativas ese día. Habíamos reservado un paseo para conocer algunos lugares interesantes en la región.

La primera parada fue una pequeña fábrica de puros, artesanal, donde los puros se fabrican como se han venido fabricando durante los últimos cien años. Está abierta al público, así que entras y puedes deambular por todo el lugar, tomar fotografías, preguntar cosas a los empleados, etc.
La fábrica está situada en una pequeña ciudad, precisamente el pueblo natal (en ese entonces, pueblo) de mi abuelo paterno.
La ciudad, según un dato de 2005, registra menos de 60,000 habitantes.

Esta visita me llevó a pensar en la industria tabacalera.

La industria tabacalera sigue viendo esclavitud, y en algunas regiones del mundo las plantaciones de tabaco aún producen como lo hicieron en el siglo XIX: usando esclavos.

En Malawi, por ejemplo, el uso de niños trabajando para la industria tabacalera se estimó en más de 78,000 en 2009. Algunos trabajan más de 12 horas diarias, con un salario de 1.7 centavos de dólar por hora. Entre estos niños es común el envenenamiento por nicotina, que absorben por la piel al manejar las hojas de tabaco. Hasta 54 mg de nicotina al día, equivalente a fumar 50 cigarrillos. Niños tan pequeños como de 5 años, con peores niveles de nicotina en la sangre que un adulto fumador.

Kazajistán tambien tiene su parte de niños trabajando en la industria tabacalera. Allí, la paga es por destajo, asi que los padres se ven obligados a incluir todas las manos de la familia en las plantaciones. Y todas las manos incluye las de los pequeños de hasta 10 años de edad. Encima, no hay agua potable disponible, todos beben el agua de los canales de irrigación de las plantaciones, cargada de pesticidas. Además, se trabaja sin ningún equipo de protección personal, a menudo se hieren al manejar herramientas de filo. Al final, por más de seis meses de extenuante trabajo los trabajadores apenas y logran ganar unos cuantos cientos de dólares.

Obviamente en la pequeña fábrica de puros que visité no ví señales de esclavitud. Quien sabe: tal vez la esclavitud estaba en las plantaciones, y no precisamente a los ojos de los turistas que contemplaban admirados el trabajo artesanal de los puros hechos a mano.

¡Regresé!

¡Vaya que sí puede descuidarse un blog! Han pasado dos semanas desde mi última entrada.
La vida diaria me mantuvo ocupada, y en los últimos días, un corto viajecito que realicé con motivos vacacionales. En este viaje pude captar caras de la trata que no veo muy seguido en mi lugar de orígen.
No voy a mencionar lugares específicos, porque no quiero darle ideas a algún tratante vivaz que lea ésto en algún momento, y empiece a reservar su próximo viaje para enganchar personas.

A pesar de que no tuve mucho tiempo para pasar en línea en mi estadía por el sur, nunca me olvidé de este blog. Preparé cuatro entradas que espero disfruten durante los próximos días. ¿Listos?

Empezemos, pues.

miércoles, 7 de julio de 2010

Trata de Personas En Pleno Mundial

El Mundial, como le decimos en México, esta teniendo lugar en Sudáfrica. El país esperaba con ansia las hordas de turistas que empezaron a llegar días antes de la inaguración oficial del la máxima celebración futbolística. La proyección internacional, la derrama económica, el privilegio de hospedar uno de los mayores eventos deportivos del mundo, sin duda beneficiaron a Sudáfrica.

Desgraciadamente, no todo es fiesta y celebración para el país anfitrión de la justa mundialista.
Diversos estudios estimaron que alrededor de 100,000 personas podrían caer víctimas de la trata de personas antes y durante este mundial.
Principalmente, trata para fines de explotación sexual. Con tanto turista, en su mayoría hombres, los burdeles y prostíbulos no se darían abasto con la cantidad de prostitutas que generalmente se ofrecen. Entonces los tratantes, desde hace meses, se dieron a la tarea de abastecerse en cuestión de mujeres (adultas y menores), para suplir la enorme demanda que se les exigiría.

En Sudáfrica la tasa de desempleo está por encima del 20%. Hay pobreza, hay corrupción, y hay estructuras de gobierno frágiles y fácilmente corrompibles. Todo esto hace un caldo de cultivo perfecto para la trata. Sudáfrica está catalogado en el Nivel 2 del reporte TIP 2010; al igual que México, ni siquiera cumple con los estándares mínimos en cuanto a la lucha contra la trata de personas.

Los tratantes usarían sus viejas artimañas para enganchar a las víctimas. La mayoría de los negocios tendría un boom temporal, desde restaurantes y bares, hasta puestos de camisetas, por lo tanto las ofertas de trabajo en ciertas ciudades resultarían creíbles.

En las áreas rurales muchas personas se sentirían atraídas por el ajetreo y desbordamiento de las ciudades importantes. Puede que se trasladaran a ellas, mordiendo el anzuelo de los tratantes.

A escasos días del esperado partido final que decidirá al campeón mundial de futbol, no se ha revelado ningún reporte oficial en cuanto a si se han descubierto casos de trata, si se han hecho arrestos, o si se ha rescatado a alguna víctima. Nada. Ni una palabra. Pero sabemos perfectamente que esto no significa que la trata no esté sucediendo.

En este mismo momento, las jovencitas que fueron traídas en los meses anteriores ya están dejando ganancias a sus proxenetas. Los muchachitos que cayeron en la trampa pensando que ganarían algún dinero, ya están trabajando de manera forzada, tal vez vendiendo souvenirs, tal vez en el campo. Los hombres que aceptaron endeudarse con quien les conseguiría un trabajo, ya se dieron cuenta de que la deuda ha crecido tanto que no tendrán manera de pagarla en mucho tiempo, y mientras, ésta seguirá creciendo de manera segura cada semana.

Por cierto, meses antes de Junio, algunas ONG's se dieron a la tarea de hacer campañas de concientización entre la población, con respecto a la trata de personas.
Estoy segura de que más de una adolescente duerme hoy en su casa, y más de un padre no aceptó una oferta de trabajo sospechosa, porque a través de estas campañas conocieron los peligros de la trata, la reconocieron y supieron esquivarla.

martes, 6 de julio de 2010

Entre Johns y Clientes Te Veas

En el slang norteamericano, los hombres que solicitan el servicio de una prostituta son conocidos como “johns”. Se cree que esto inició con la costumbre de contestar con “John” a la pregunta de su nombre, para quedar en el anonimato, claro. John puede ser cualquiera, y John puede ser nadie también. Asi es que a aquellos hombres que pagan por sexo en Norteamérica, se llaman todos John al momento de hacerlo.

John también apela a la normalidad o cotidianidad, a lo average, lo promedio: John el de la tienda de autoservicio. John el maestro. John el guardia de seguridad. John el abogado. John el muchacho de preparatoria. John el que reparte las pizzas. John el obrero de fábrica. John el desempleado. John el padre de familia. John el diácono de la iglesia. John mi vecino. John el esposo de mi amiga.
El hombre promedio; el que pasa desapercibido porque como él existen millones. John es cualquiera: El que se sienta a tu lado en el transporte público, o el que comparte cubículo contigo en la oficina. El que te atiende en el banco, o el que te ayuda a empacar las compras del súpermercado. John es el compañero de trabajo de tu marido, o el hombre con quien compartes la cama.
John es nadie porque John no existe, es una mentira para salir del paso. Pero al mismo tiempo, John es todos. Vive en Norteamérica, en Finlandia, en Rusia, y en tu calle. Lo ves en la tele, pero también en el espejo, tal vez.

En fin, que John es un paradoja.

He de admitir que desconozco como se “llaman” los usuarios mexicanos de prostitutas. Generalmente en la media se les da el nombre de “clientes”. Pero a diferencia de john, cliente es una palabra inofensiva. En realidad no dice nada, simplemente implica que la persona accedió a un producto o servico por medio de un transacción financiera (dinero) u otro medio de pago (Wikipedia). A diferencia de john, la palabra cliente no delata que el servicio al que se accedió es de tipo sexual, o que el producto que se adquirió es un ser humano utilizado para fines sexuales. Y lo peor, la palabra cliente implica cierto status de poder, por eso dice el dicho “Al cliente, lo que pida”. Quien paga manda, sea en el cine, en el restaurante, o en un prostíbulo.

Cuando hablamos de prostitución forzada, o infantil, -de trata-, cliente llega a ser una palabra demasiado decente para describir al consumidor. ¿Clientes? Mas bien, criminales. Hacen negocios con los tratantes al consumir sus productos, por lo tanto son parte de la trata. Son ellos los que mantienen viva la lucrativa industria de la explotación sexual. Son los que pagan para violar niños, niñas, mujeres y hombres (sí, hombres también). ¿Clientes? No. Delincuentes.

Ya es hora de que a alguien se le ocurra un término mejor para definir a aquél que consume sexo del mercado de la trata.
¿Perro? No, tengo dos perros y sería ofender a los perros.
¿Cerdo? No, los cerdos sí que son inteligentes.
Me viene a la mente aquella canción de Paquita, ya saben “...rata de dos patas...”. En fin, ¿alguna sugerencia?

Que tengan una excelente semana, abolicionistas.
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