miércoles, 21 de julio de 2010

Puros Hechos A Mano

Nos levantamos con muchas expectativas ese día. Habíamos reservado un paseo para conocer algunos lugares interesantes en la región.

La primera parada fue una pequeña fábrica de puros, artesanal, donde los puros se fabrican como se han venido fabricando durante los últimos cien años. Está abierta al público, así que entras y puedes deambular por todo el lugar, tomar fotografías, preguntar cosas a los empleados, etc.
La fábrica está situada en una pequeña ciudad, precisamente el pueblo natal (en ese entonces, pueblo) de mi abuelo paterno.
La ciudad, según un dato de 2005, registra menos de 60,000 habitantes.

Esta visita me llevó a pensar en la industria tabacalera.

La industria tabacalera sigue viendo esclavitud, y en algunas regiones del mundo las plantaciones de tabaco aún producen como lo hicieron en el siglo XIX: usando esclavos.

En Malawi, por ejemplo, el uso de niños trabajando para la industria tabacalera se estimó en más de 78,000 en 2009. Algunos trabajan más de 12 horas diarias, con un salario de 1.7 centavos de dólar por hora. Entre estos niños es común el envenenamiento por nicotina, que absorben por la piel al manejar las hojas de tabaco. Hasta 54 mg de nicotina al día, equivalente a fumar 50 cigarrillos. Niños tan pequeños como de 5 años, con peores niveles de nicotina en la sangre que un adulto fumador.

Kazajistán tambien tiene su parte de niños trabajando en la industria tabacalera. Allí, la paga es por destajo, asi que los padres se ven obligados a incluir todas las manos de la familia en las plantaciones. Y todas las manos incluye las de los pequeños de hasta 10 años de edad. Encima, no hay agua potable disponible, todos beben el agua de los canales de irrigación de las plantaciones, cargada de pesticidas. Además, se trabaja sin ningún equipo de protección personal, a menudo se hieren al manejar herramientas de filo. Al final, por más de seis meses de extenuante trabajo los trabajadores apenas y logran ganar unos cuantos cientos de dólares.

Obviamente en la pequeña fábrica de puros que visité no ví señales de esclavitud. Quien sabe: tal vez la esclavitud estaba en las plantaciones, y no precisamente a los ojos de los turistas que contemplaban admirados el trabajo artesanal de los puros hechos a mano.

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