domingo, 23 de mayo de 2010

Caras Vemos, Esclavitud No Sabemos

Al terminar la semana hubo dos noticias en los medios de comunicación de casos de probable esclavitud moderna en México:

El primer caso es de la Casa Hogar Adulam en la delegación Miguel Hidalgo del Distrito Federal.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) liberó a 37 personas (27 menores y 10 adultos: 16 niñas, 11 niños, 6 mujeres adultas y 4 hombres adultos) que sufrían explotación. La investigación sobre estas irregularidades en el centro se inició hace dos meses cuando cuatro personas de los liberados hicieron una denuncia.
Los liberados declarararon que eran obligados a vender varios productos en la calle y que debían contribuir al centro con entre 700 y 800 pesos diarios, si no, eran sancionados con privación de alimento y tareas forzadas de limpieza.
Para colmo, una menor de 16 años declaró haber sido violada dentro del centro, otra afirmó que fue obligada a abortar, y una mas reportó que fue obligada a entregar un niño con todo y papeles de nacimiento.

Este es un claro ejemplo en donde encontramos diferentes formas de esclavitud: trabajo forzados, servidumbre forzada, probable explotación sexual y probable tráfico de niños para el mercado negro de adopciones.

El segundo caso es el de un padre y una madre, también en el DF, acusados de supuestamente explotar sexualmente a sus hijos. Luego de que un hombre los denunció, la autoridad procedió a detenerlos. Los tres menores quedaron a disposición de la autoridad.
Al momento de la detención, el padre declaró “...dicen que estoy vendiendo a mis hijos...” y la madre “...esto es un malentendido...”. Debido a que no hay más información en los medios, y es un supuesto, me reservo el derecho a publicar los nombres de estos padres, pero si los medios confirman que han sido arrestados bajo los cargos que se refieren a trata de personas, aqui mismo lo confirmaré y actualizaré esta entrada.

Lo que me llama la atención en ambos casos es que los presuntos tratantes (los perpetradores del delito) eran personas supuestamente responsables del bienestar de los explotados. Y con la trata es así, es común que el tratante se gane primero la confianza de la futura víctima, y cuando ha creado un vínculo, entonces violenta a la persona, que a partir de ese momento se convierte en víctima.
Tengamos esto en cuenta. Muchas veces las personas que parecen “buenas” no lo son. Debemos estar preparados para quitar los estereotipos de nuestra mente y ver más allá de las apariencias.

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