martes, 29 de junio de 2010

El Oro Blanco de Uzbekistán

Uzbekistán es el tercer exportador de algodón más grande del mundo.

Bajo el regímen de Islam Karimov, que ha estado en el poder desde 1990, Uzbekistán es conocido entre los activistas de los derechos humanos por las constantes violaciones que de ellos se hacen en su suelo.
Karimov es una persona autoritaria, controladora, que no permite contradicciones. El Congreso uzbeko es una pantalla simbólica, pues Karimov maneja el país a su antojo y de acuerdo a sus intereses. En Uzbekistán no hay prensa libre ni libertades civiles. Una intento de ofensa, y el Estado te contestará con brutalidad, tortura, encarcelamiento, y hasta puede que con muerte.
La última palabra en todo, la tiene el Presidente.

Las exportaciones de algodón representan el 60% de las exportaciones (en moneda) de Uzbekistán.
La industria del algodón es muy importante para la economía del país, sin embargo, como lo reporta la EJF (la Fundación para la Justicia Ambiental, por sus siglas en inglés), es una industria sostenida por el trabajo forzado de menores de edad.

Resulta que cada otoño, cuando la época de cosecha de algodón comienza, el gobierno cierra las escuelas, y maestros y alumnos por igual son enviados a los campos a trabajar. En Uzbekistán no hay maquinaría moderna para cosechar, sólo las manos y espaldas de los alumnos.
Los supervisores se aseguran de que las cuotas diarias de cosecha se cumplan. Los menores que no logran cumplir las cuotas diarias son penalizados, castigados, golpeados y amenazados de que sus calificaciones escolares se verán afectadas. Quienes se niegan a participar, pueden ser expulsados de las instituciones educativas.

Por tres meses, más de 200,000 menores en edad escolar trabajan en los campos de algodón. Cada niño cosecha hasta 50 kilogramos diarios. Así, ayudados por el trabajo forzado de miles de niños, Uzbekistán produce alrededor de 1 millón de toneladas de algodón cada año.

Cuando Uzbekistán exporta su algodón, alrededor de 60% va a dar a Bangladesh. Allí se procesa y se convierte en camisetas, pantalones, calcetines, juegos de sábanas, ropa de bebé, ropa interior, y demás prendas, que habrán de comercializarse en muchos países.

Algunas compañías como Wal-Mart, Nike y Gap han establecido prohibiciones al algodón procedente de Uzbekistán, de modo que ninguno de los proveedores que fabriquen prendas para ellos, en cualquier lugar del mundo, contribuyan al consumo de algodón uzbeko.

Sin duda, algo anda mal en Uzbekistán. La esclavitud de menores no es la respuesta para fortalecer económicamente a la nación. Y definitivamente, ningún presidente debería tener tal cantidad de poder como para esclavizar por tres meses a cientos de miles de niños a su antojo.

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