martes, 22 de junio de 2010

Esclavas en Riesgo de Muerte

El periódico más sensacionalista de mi ciudad rezaba en su portada, con letras grandes y fotos gráficas: TIROTEO EN TABLE DANCE.

La nota se refería a un tiroteo que tuvo lugar en un bar, donde hubo un hombre muerto, y dos lesionados.

Me topé con el periódico en un alto de semáforo. Debido a mi trabajo, paso muchas horas en el auto, y seguido me da por pensar mientras conduzco. Así que, empezé a pensar:

Las mujeres víctimas de trata que son explotadas sexualmente, se enfrentan a muchos riesgos en el ambiente en el que se desenvuelven: clientes violentos, clientes necios pasados de copas, clientes demandantes, clientes armados, clientes que son delincuentes, clientes que portan enfermedades de transmisión sexual, clientes que tienen desórdenes psiquiátricos o psicológicos, clientes que golpean, clientes que muerden, clientes que violan; y la lista es larga, pero creo que ya captaron la idea.

Imagínate que eres una víctima de trata, esclavizada en algun bar de éstos (en realidad, prostíbulos disfrazados de bares, que abundan en los sectores populosos de las ciudades). Imagínate vivir la incertidumbre de comenzar cada nuevo día sin saber si lo terminarás.

Yo me levanto en la mañana, y mientras me arreglo para salir de casa hago un repaso mental de mis actividades a realizar en ese día. Seguramente muchos de ustedes también lo hacen así.

Ahora, vuelve a imaginarte que eres una víctima de trata esclavizada en alguno de estos prostíbulos de bajo perfil:

¿Cuántos clientes tendré que atender hoy? ¿Cuántas bofetadas recibiré en las próximas 24 horas? ¿Cuántos agarrarán mi trasero mientras deambulo por las mesas? ¿Cuántos se podrán difíciles con respecto al tiempo del baile privado? ¿Cuál será la cuota en consumo que me impondrán para cubrir esta noche? ¿Cuántos hombres me violarán hoy? 

¿Sobreviviré hoy?

Vaya repaso mental de tu día por empezar.

Por muchos años hemos asumidos que las mujeres que ejercen la prostitución, y en general las que se desempeñan en cualquiera de las formas del sexo comercial, lo hacen por decisión propia. Somos rápidos para juzgar, y no sabemos -y no nos interesa- leer entre líneas.

Incluso las hemos llamado por nombres tan absurdos como mujeres de la vida galante. 

A la luz de lo que tienen que experimentar, este apelativo es un insulto directo para las víctimas de trata para explotación sexual. Un muy mal chiste.

 Aunque las veas en las calles oscuras, ofreciéndose a los automovilistas. Aunque parezcan libres en los prostíbulos, convenciendo a los parroquianos. Aunque se contoneen con gracia, en poca ropa, sobre una mesa o plataforma.
Estas mujeres no deciden vivir así. Las decisiones sobre sus cuerpos las toman otros.

A diferencia de los tiempos de la esclavitud transatlántica, las cadenas de la esclavitud moderna no necesariamente se ven o se tocan. Lo que pareciera ser una degradante y frívola manera de vivir, podría resultar ser esclavitud del siglo 21.

Nunca sabremos si el próximo tiroteo en un bar de mala muerte cobrará la vida de una víctima de trata que ni siquiera deseó estar ahí.

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